En 1589, el rey Enrique III de Francia fue apuñalado hasta la muerte por el asesino de los jesuitas, el dominico Jacques Clement, poniendo así fin a la dinastía de la Casa de Valois. Para glorificar el traicionero asesinato, el jesuita Guignard fue ejecutado públicamente en la horca.
El trono pasó a un protestante, Enrique de Navarra, también conocido como el rey Enrique IV. El ascenso de Enrique comenzó la dinastía de los Borbones, que duró cerca de tres siglos……
El Rey Enrique IV fue un católico Romano, pero se convirtió al Protestantismo y llegó a ser un Hugonote. Sin embargo no fue totalmente aceptado como rey hasta que renunció el protestantismo, ya que los jesuitas habían conspirado para darle la corona a una católica española, Clara Isabel. La cobarde y vergonzosa renuncia de Henry se llevó a cabo en 1593.
Aún así, Henry IV resultó ser el rey más grande de Francia desde Carlomagno. Él trató de mejorar la situación de los campesinos, alentó a las artes y las industrias, mientras que los fabricantes surgieron en todo el reino. Francia comenzó a florecer, mientras que su tesoro aumentaba.
Sin embargo la mayor obra de Enrique IV, fue la emisión del Edicto de Nantes en 1598. Este decreto garantizó la libertad religiosa de todos los franceses, eso incluía a los Protestantes, Calvinistas, Hugonotes, y por supuesto a todos aquellos que habían seguido al Almirante Coligny, a quien los Jesuitas asesinaron por medio de Catalina de Medici (quién también intentó asesinar a Enrique III). Los Jesuitas estaban furiosos! Si se permitía la libertad de culto, Francia podría convertirse en una nación protestante.
Aunque era un católico romano, la buena voluntad del rey para con los protestantes trajo sobre sí las ciento veinticinco maldiciones del Concilio de Trento jesuita. Era evidente que Henry IV debía morir!
Los jesuitas debían cumplir ahora con su juramento de sangre, tal como lo hicieron con el almirante Coligny y Enrique III. El rey entendió claramente el peligro. Chiniquy escribe al citar Memorias de Sully:
"Enrique IV, rey de Francia, después de ser herido por un asesino enviado por la Compañía de Jesús, dijo: "Me veo obligado a hacer una de estas dos cosas: o bien destituir a los jesuitas, liberarlos de la infamia y la vergüenza con la que están cubiertos, o expulsarlos de la manera más absoluta, y evitar que se acerquen a mi persona o a mi reino. Pero entonces, los conduciríamos a la desesperación y a la resolución de atentar de nuevo contra mi vida, algo que me haría muy miserable, estar siempre bajo el temor de ser asesinado o envenenado. Ya que estas personas tienen contactos en todas partes y son muy hábiles en predisponiendo las mentes de los hombres a sus deseos, creo que sería mejor que ya estuviera muerto."
Un triste día en el año 1610, los jesuitas, los maestros del asesinato, emboscaron y asesinaron al Enrique IV. Al regresar de una visita con Sully (que más tarde describiría esta tragedia en sus Memorias) el carruaje del rey se detuvo en medio de la calle (al igual que la limusina del presidente Kennedy prácticamente paró en medio de la calle en Dallas). En ese momento, Francois Ravaillac, el asesino de los jesuitas, un salto desde una y apuñaló a su víctima en el corazón. Cuando fue detenido, todavía estaba agarrando el cuchillo ensangrentado.
El Edicto de Nantes mantendría la libertad religiosa en Francia durante ochenta y siete años. En 1685, los jesuitas causarían su revocación por medio de su siervo más obediente y hermano jesuita, el rey Luis XIV.
El protestantismo (incluyendo la Biblia), se mantuvo fuera de la ley por más de cien años, el Papado controlado por los satánicos mantuvieron el control absoluto sobre todas las instituciones civiles de Francia. (¿No suena esto como la Rusia comunista, China y Cuba?)
Los jesuitas son capaces de asesinar incluso gobernantes católicos si se atreven a resistirse a las políticas de Roma ¿Acaso el presidente Kennedy no se resistió a los jesuitas, tratando de romper la CIA "en mil pedazos" y poner fin a la guerra de Vietnam? Era una amenaza para el poder temporal "infalible" del Papa. De hecho, no hay nada que los jesuitas no estén dispuestos a hacer en el intento de introducir su desenfrenada tiranía.
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